El diario de mayor circulación en Colombia, El Tiempo, dedicó su editorial del sábado 13 de septiembre a analizar la desprotección laboral que siguen padeciendo las empleadas domésticas en este país. Agradecemos a este medio su sensibilidad hacia el tema y la mención que hacen de nuestra iniciativa Hablemos de Empleadas Domésticas como referente en su análisis, así como a la Escuela Nacional Sindical por la investigación Barriendo la Invisibilidad.
La dignidad de las empleadas
A pesar de los esfuerzos del Ministerio del Trabajo, que en los últimos años ha tratado de reconocerles su labor como debe ser, las empleadas del servicio doméstico siguen a la deriva en la sociedad colombiana.
Parece mentira, pero aún hoy, entrado el siglo XXI y bajo la mirada de organizaciones empeñadas en crear conciencia sobre tal vergüenza social, sigue maltratándose a estas mujeres como solía hacerse en los días de la Colonia. Es mucho menos usual que antes, sin duda, pero sigue siendo común que a demasiadas de ellas se las llame de formas despectivas, que se las trate como a esclavas, se las someta a abusos y a discriminaciones, y se les pague apenas un porcentaje del salario mínimo. Según cifras del informe ‘Barriendo la invisibilidad’, llevado a cabo por tres importantes organizaciones sociales, el 61 por ciento de las empleadas ganan entre 150.000 y 300.000 pesos.
A los desmanes cometidos de puertas para adentro habría que sumarles las humillaciones a las que son sometidas por las llamadas “empresas cazatalentos”, a pesar de las recomendaciones del Gobierno, de la legislación pertinente, de un convenio de la OIT, el 189, que reclama para quienes desempeñan esta importante labor un trabajo decente. Para la gran mayoría de las jóvenes que llegan a las ciudades desde el campo, según estudios de la iniciativa ciudadana ‘Hablemos de empleadas domésticas’, la única salida continúa siendo encontrar un lugar en alguna casa de familia. Y como tantos empleadores y tantos empleados aún no se enteran de que en la ley está consignada su protección, estamos lejos de conseguir que el trabajo doméstico sea respetado y reconocido como cualquier otro.
Las ‘empresas cazatalentos’ de empleadas domésticas, que, según el reportaje publicado en este diario, ponen en el mercado a estas mujeres como si estuvieran ofreciendo un cuerpo sin alma, cualquier cosa en una plaza de aquellas, están en mora de ponerse a tono con los tiempos que corren. Pero es la sociedad en pleno la que tiene que acostumbrarse de una vez al respeto por los derechos laborales adquiridos a lo largo de la historia, a los deberes que trae eso de asumir una ‘cultura de la legalidad’, a la defensa diaria de la dignidad de todos los trabajadores colombianos.
On Saturday, September 13th, the central editorial piece in El Tiempo, Colombia’s largest circulation newspaper, was an analysis of the scarce labor rights protection that domestic workers have in the country. We express our gratitude to El Tiempo for its sensitivity to the subject, and for mentioning as a point of reference for their analysis our initiative, Hablemos de Empleadas Domésticas (Let’s Talk about Domestic Workers), as well as to the Escuela Nacional Sindical (National Trade Union School, an NGO dedicated to the promotion and visibility of labor rights) for its research titled Barriendo la Invisibilidad (Sweeping Away Invisibility).
The Dignity of Housemaids
Despite the efforts of the Ministry of Labor, which in the last few years has tried to promote appropriate recognition of the work done by housemaids, these women continue to be adrift in Colombian society.
Hard as it is to believe, today, well into the twenty-first century ― and even under the watchful eye of organizations intent on raising awareness about such a socially shameful reality ―, these women continue to be mistreated, very much as they were during the colonial period. It is still too common ― although undoubtedly not as frequent as before ― for them to be spoken about with demeaning names, to be treated like slaves, to be subjected to abuse and discrimination, and to be paid only a percentage of the minimum wage. According to data contained in a report titled “Sweeping Away Invisibility,” written by three important social organizations, 61% of maids earn between 150,000 and 300,000 Colombian pesos [roughly equivalent, respectively, to 75 and 150 dollars a month. T.N.].
The disgraceful things that take place behind closed doors are compounded by the humiliation to which they are subjected by so called “headhunters.” These things happen despite the Government’s recommendations, the relevant legislation, and the existence of an agreement with the ILO, ― number 189 ―, which demands decent working conditions for the people who perform these important tasks. According to studies undertaken by an independent initiative called “Let’s Talk about Maids,” for the great majority of the young people who arrive in the city from rural areas the only answer continues to be finding a place within a family. And since so many employers and employees are still unaware of the fact that there are laws that protect housemaids, we are far from getting to the point in which domestic work is as respected and recognized as any other type of labor.
Domestic worker “headhunters,” which ― according to a report published in this newspaper ―, put these women out to market as though they were offering a soul-less body, just something in any marketplace, are way behind in getting up to date with the current times. It is society as a whole, however, that needs to get used once and for all to respecting the employment rights gained through the years, to the duties that go with the motto of abiding by a “culture of lawfulness”, and to defending day after day the dignity of all Colombian workers.
El Tiempo newspaper, editorial, Colombia, September 13th, 2014
Translated from Spanish by Ana del Corral Londoño